De
la antigua fabrica GAL, no nos queda mas que un muñón. Quizás el derribo de
buena parte del conjunto se constituya como una operación necesaria para la
salvación de trabajo y lugar, pero de entrada plantea algunas dudas razonables.
Al final parece que siempre ganan los mismos.
El
trozo agraciado es como tantas fábricas de la misma especie, un espacio vacío y
muerto, su consideración recae en la zona afectiva de los arquitectos, la que
se encuentra entre la especulación luminosa y la espacial.
Consideramos
la nave como un espacio que puede ser activado, interviniendo de manera
contundente para permitir una lectura mas intensa de sus condiciones. De esta
manera el objeto resultante no pierde sus valores iniciales, pero estos se ven
multiplicados.
Las
operaciones que se practican en el edificio antiguo, se organizan desde las demoliciones selectivas,
eliminando un primer forjado de la nave principal, para abrir la posibilidad de
obtener un espacio adecuado al carácter que se le supone a un espacio
museístico. Las plantas de la torre, por el contrario se conservan como soporte
básico a los usos de menor entidad como
oficinas y salas de usos múltiples. Se practica también un cierto grado de
cirugía, completando los usos del nivel bajo rasante con una zona dedicada a
pequeñas exposiciones y congresos.
En cuanto a la imagen exterior, la fachada
sur se ve simplemente puntuada por dos cajas que fabrican un espacio frente a
la frontalidad excesiva del alzado principal.
La
fachada norte, se construye en su totalidad, fabricándose desde el recurso de
leer el comportamiento de las tripas del museo sobre un paño neutro y
translúcido.
La
distribución de programa se establece de manera directa en el desarrollo en
planta de la nave. De Oeste a Este: exposiciones temporales , colección
permanente, y edificio de servicios y administración. En la evolución vertical
del edificio, la nave principal es la que alberga todo el programa expositivo,
dejando a la planta bajo rasante y a la torre preexistente la labor de acoger
la superficie necesaria para labores de administración, gestión, almacenes, y
servicios generales.
La
intervención de cirugía que se practica a la antigua nave es integral, y se
lleva al límite resolviendo todos los extremos del proyecto. Está basada en el
montaje de un sistema directo y contínuo de rampas y pasarelas metálicas que
cortan transversalmente la nave, de forma obsesiva, transformando el espacio
neutro y homogéneo en una concatenación de espacios más contenidos, trabajados,
exclusivos. Todos ellos cualificados de una manera diferente por la presencia
del intestino que cose todo el edificio. Este sistema se apoya en una nueva
estructura metálica adosada a la antigua, y permite una enorme libertad en el
desarrollo espacial del intestino, que en ocasiones se apoya y regresa por
donde ha aparecido, se trunca, o vuela atravesando la fachada y mostrándose
descaradamente al exterior.
Es
este mismo sistema el que se convierte en accesos, el que se desarrolla en el
exterior organizando los jardines y aparcamientos saliendo fuera del edificio,
y el que otorga a la intervención de la flexibilidad necesaria para permitir
posteriores ampliaciones.