Se
actúa en un doble sentido, en primer lugar se reconoce el valor de la
reposición de un recorrido desaparecido en el siglo XIX; en segundo lugar
activa el propio monte y los refugios que la guerra civil construye en su
interior, para, a partir de su lectura, continuarlos y dotarlos de un sentido
que los haga posible en el conjunto de la actuación como frente urbano
construido.
La
propuesta se lee como una figura de geometría precisa en su respuesta a los
condicionantes estructurales. El encontrar esa atadura firme, lo despoja de
toda pretensión de forma para concentrarse en una imagen mecánica.
De
manera complementaria el edificio de oficinas aparece como una continuación de
los refugios, como un muro de contención que aloja en su interior las
dependencias de programa terciario.