Personas y Lugares.
Es
fácil hacer un Pabellón de exposiciones y que éste se convierta en un Centro
Comercial de la periferia de alguna de nuestras grandes ciudades. Es decir, una
pieza sin carácter y sometida a los intereses del puro comercio.
Viéndolo
de este modo, la dificultad de un proyecto como éste consiste en no perder de
vista qué frente a la representación pura, que sobre las condiciones de espectáculo
estricto es posible ofrecer a las personas lugares amables e inteligentes en
los que refugiarse o simplemente vivir.
El
Pabellón que proponemos es un conjunto de plazas entrelazadas, un rosario de
espacios caracterizados en los que prima un cierto sentimiento doméstico sin
dejar de cubrir los requerimientos de gestión de grupos. El lugar es por tanto
un espacio que quiere ser cercano y amable construyéndose con materiales
evocadores y que proporcionen domesticidad, no quiere ser un centro comercial o
de negocios.
El
Pabellón que proponemos quiere ser un espacio abierto a la sombra, un lugar de
lugares en el que las personas puedan sentarse a leer o simplemente a descansar,
es un lugar de mensajes y el de la vida lenta es uno de ellos y quizás el más
importante. Este es un lugar donde se espera y como ya sabemos el placer y el
dolor se encuentran en las salas de espera, esta plaza quiere fabricar una
espera tan amable que se convierta en fin.
Ante
la velocidad agobiante que padece la sociedad contemporánea no es desdeñable un
conjunto de espacios en los que la lentitud también tenga cabida.
El
Pabellón es una concatenación de espacios intermedios, de lugares que producen
sensaciones, en los que el tiempo parece recobrarse. Después de tanta caminata
es grato pensar que el Pabellón de España procura un banco, una sombra y agua
para escucharla y también para beberla. Ese ofrecimiento es un acto de bienvenida
y de amistad. El agua controlada es un bien preciado.
El
edificio se ofrece como un espacio abierto cuyo límite es la sombra y el aire
atemperado. Si alguien pregunta dónde está el límite de este Pabellón la
respuesta es sencilla: donde termina la sombra.