Cuando se visita en aeropuerto de Tempelhof, se obtienen una
sucesión de datos arquitectónicos de una relevancia sustancial. Muchos de ellos
están referidos al encuentro con la ciudad y también con el sentimiento de
acogida a los aviones. La figura elegida, una curva continua, es compatible en
un ejercicio geométrico con la bienvenida pero se hace incompatible con la
cohesión urbana. Para resolver esa incompatibilidad los arquitectos proyectan
elementos de enlace, plazas a la berlinesa que compatibilizan ambas
situaciones; de este modo una nueva Plaza de Paris y otra de la Bella Alianza
fabrican un acuerdo que se articula y encadena con el conjunto del edificio.
Esa enseñanza es sustancial puesto que implica que cualquier
entrada o conexión, leyendo el edificio, debería acoplar un espacio intermedio,
de conexión, que realizase sin trauma el paso del exterior al interior.
La intervención que proponemos sobre la fábrica del aeropuerto
es por tanto una derivada de la lectura de las condiciones contextuales;
tienden a apoyar lo existente con unas actuaciones reversibles construyendo
sobre lo que es el edificio: un monumento.
Las entradas desde el exterior se resuelven añadiendo unas
marquesinas metálicas, unas piezas leves y brillantes que no tocan el edificio
pero que actúan como una arquitectura intermedia de baja escala. A la torre 4
se le añade un ascensor y una escalera que resuelven las relaciones desde la
entrada principal y que conectan con el sistema general de comunicaciones. La
situación del ascensor permite llegar a todos los descansillos, convirtiendo la
pieza en un edificio adaptado y resolviendo mediante condiciones de
estanqueidad los problemas de evacuación. Esta pieza se convierte en toda su
extensión en una gran sala de exposiciones, actuando parte de las escaleras como graderío para ver
proyecciones. Sus pieles no cambian, se valora el estado de su construcción y
se le superponen suelos de resina, barandillas y otros elementos mínimos de
protección. En estos elementos gana la virtualidad y lo inmersivo, son cápsulas
del tiempo.
La gran plataforma superior debe resolverse desde otra
condición. Explica lo que se ve, es decir el territorio, se construye
entendiendo que el tamaño y la simplicidad entran en resonancia con lo ya
construido y con el paisaje.
En este sentido y sobre una gran plataforma tecnológica, como si
de un avión se tratase, se superponen usos de muy distinto contenido, dichos
usos pueden ser elegidos e intercambiados. Se trabaja con planos con imágenes
con grandes objetos tridimensionales y con mantos de vegetación que alivian el
exceso de dureza de la cubierta. La introducción de dichos paños vegetales
constituye una aportación fundamental al paisaje abrupto del edificio;
recuperan la vegetación circundante y hacen del paseo un lugar amable.
Por otra parte las pequeñas habitaciones de la coronación de las
torres contienen objetos de pequeño tamaño que deben protegerse. De esta manera
la propuesta valora los tamaños y se ajusta en escala a lo edificado, respeta
la construcción original mediante tecnologías contemporáneas y hace compatibles
distintos usos.
Por último la gran plataforma al aire libre se convierte en una
sala multiusos, permite agrupaciones de personas y fabrica un pequeño graderío
que recupera la traza del antiguo; es un lugar abierto a la especulación de
usos, el verdadero corazón público de la propuesta.
En resumen la actuación
valora un edifico pero también, y muy especialmente, lo hace comprensible y
accesible para todos en un registro donde la arquitectura moderna se hace
compatible con la antigua, ambas caminan en compañía.