Nunca es sencillo intervenir sobre la arquitectura de un edificio histórico.
Este lo es en una parte. La otra carece de valor. Y es en esa diferencia, en donde se encuentra la propuesta.
El cuerpo histórico queda sometido a unas mínimas dosis de cirugía y a una puesta al día de sus elementos esenciales. Una buena limpieza a veces basta.
Por el contrario, la parte trasera queda sujeta a una intervención de hondo calado, que de alguna manera pone en cuestión la jerarquía del edificio.
La cuestión fundamental de la intervención es de ámbito estratégico. Se fija la entrada institucional en la calle Ramos Carrión y se abre una segunda entrada para el conjunto del Centro Cultural y la zona administrativa en la calle Alfonso XII. Esta operación libera de público la zona histórica del edificio y construye un nuevo patio operando espacialmente con el edificio.
La propuesta es entonces un edificio con dos patios principales, articuladores, y uno trasero.
El resto se remite a la versatilidad de estos espacios, que quedan sujetos a lo que los usuarios opinen. Bien salas de exposiciones, bien zonas de trabajo, bien archivos…
La construcción es sencilla y los materiales del carácter de un edificio público piedra, madera y algo de acero que aportan un paleta de colores cálidos y poderosos.
La fachada a la calle Alfonso XII se modifica con una intervención sutil de Leds que recuerdan los antiguos vítores y que tienen como misión anunciar actos y básicamente aumentar la visibilidad del Centro.
Actos contundentes en el Centro Cultural y mínimos en el Edificio Histórico que equilibran un edificio compacto y aditivo.
