La auténtica y verdadera obsesión de Miguel Fisac, se centra sobre
la palabra construcción. No tan solo sobre la literalidad del edificar físico,
ni sobre la organización material; sino fundamentalmente, desde la disposición
de las actitudes estructurantes del proyecto. Para Fisac construir es organizar
elementos de protección, en algún sentido descubrir la casa, aquello que nos
ampara y cobija, aquello sin lo cual pecamos de extranjería. La casa no es un
hospedaje momentáneo, es el principio y el fin, la casa para Fisac, es el rumbo
que se produce a través del método; la articulación estructurada de un diálogo
en el que las preguntas ofrecen la seguridad racional de la respuesta
verdadera.
El método, por muy simple que parezca, se presenta
sistemáticamente como un conjunto de disposiciones regladas que ofertan al
usuario seguridad y verosimilitud. El método es el refugio calmo para
navegantes, la luz para el bisoño y la seguridad para el maestro.
Por mucho que Fisac se resista a ser calificado y mucho más,
clasificado, es fiel reflejo de su época y su evolución es la de la misma
arquitectura. Formado en los pechos del clasicismo más retórico, acude al
Movimiento Moderno para negar su estirpe y a la vez afirmarla. Responde, aun
sin saberlo, a los organicismos siendo orgánico y más tarde se emparenta con el
brutalismo en el uso más violentamente dulce del hormigón y sin duda también,
con los epígonos de Le Corbusier, tantas veces negado para ser amado.
Investigador prolífico, responde al diálogo del Eupalinos
construyéndose a sí mismo mientras construye, siendo maestro sin discípulos,
profesor sin escuela, asceta en la voluptuosidad, grande en su solitario
aislamiento.
Fisac se debe a los maestros constructores, a los edificadores del
oficio, de la sabiduría antiquísima de la arquitectura, de una disciplina
mítica estratificada en el tiempo y releída para ser puesta al día.
El construir, al fin, como el edificar físico, es el hacer de
nueva planta con las antiguas y viejas leyes, reverdecidas en los nuevos
materiales. Pero es también la firme y más histórica voluntad del hacer
arquitecturas; modificando aquello que nos viene transmitido en nuevas y mejores
trazas, que otros, más jóvenes, recogen para de nuevo negar y volver a afirmar,
para haciendo lo que ya se hizo convertirlo en distinto y aleccionador para
todos.
Atxu Amann / Andrés Cánovas